LXX

Las cuerdas de la pasión y del deseo tejen una red atadora a tu derredor.
Las confrontaciones terrenales te hacen rígida e inflexible.
La trampa de la dualidad es tenaz.
Atada, rígida y atrapada, no puedes experimentar liberación.

Por medio del cultivo dualista es posible desenredar la red, suavizar la rigidez y desmantelar la trampa.
Disolviendo tu energía Yin en la fuente de vida universal, atrayendo la energía Yang de esa misma fuente, dejas atrás la individualidad y tu vida se torna en naturaleza pura.
Libre del ego, viviendo naturalmente, trabajando virtuosamente, te llenarás con vitalidad inexhausta y te liberarás para siempre del ciclo de muerte y renacimiento.

Entiende esto, por lo menos: la liberación espiritual y la unitud con el Tao no son dádivas otorgadas al azar, más bien son los premios de la transformación propia y la evolución propia cultivadas concientemente.