EL CALLEJÓN ABARROTADO
Una Parábola por Chuang Tzu
Recontada por Michael Hofius





Versión en Inglés

El Taoismo nos enseña que la manera natural para vivir la Vida es en armonía con el Tao.

La metáfora del agua fluyendo al derrededor de las rocas u otros "obstáculos" en un arroyo es frecuentemente usado. El arroyo es el Arroyo de la Vida y, como el agua fluyendo por derrededor de las rocas, no hay, en realidad, obstáculos. El ver las situaciones en nuestras vidas como obstáculos es una expresión del juzgar. Cuando, en vez, fluimos con la corriente del Tao, nuestra actitud no es una de juzgar. Léase una parábola acerca del no juzgar en una de las otras historias Taoistas en este sitio de web.

La siguiente parábola breve ilustra este concepto:

Había un caballo algo cimarrón atado y abandonado por su dueño en un callejón angosto. Todos los que se le aproximaban ruminaban y debatían como pasarlo sin recibir patadas. Uno intentó pasar corriendo y subsecuentemente fue botado al suelo, no logrando llegar al otro lado. Otro intentó brincar por arriba de las patas del rocín y obtuvo el mismo resultado. Otro intentó pasar por en medio de las patas del caballo pero fue pisoteado por las pesuñas violentas. Mientras tanto una muchedumbre se juntó y debatían vocíferamente sobre cómo pasar el corcel: muchas teorías fueron postuladas pero no había quien tuviese el valor como para tomar acción.

Finalmente, una muchachita en la retaguardia del gentío se dió cuenta que se aproximaba al callejón por la calle principal el Maestro Kung, montado en su buey. La moza gritó a la multitud, «¡Viene el Maestro Kung: él sabrá como pasar!»

Desde la esquina del callejón, el Maestro Kung observó al gentío, asesoró la situación, sonrió apenas y se embarcó rumbo al siguiente callejón para proseguir en su camino.

En la tradición Taoista a esto se le llama Wu Wei o actuando sin actuar, lo cual significa tomar acciones que no interfieran con el orden natural de las cosas, Humanas u otras. Cuando se vive basado en este principio, uno anda con el flujo en vez de nadar contra la corriente. Esto no significa volver la otra mejía tornándose en víctima como reacción a los eventos. Lo que significa es tomar parte en la Vida, siguiendo el orden natural de todo, y resolviendo los problemas al no crearlos en primer lugar, no forzándose por las patas del caballo.




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