XII

Los colores ciegan el ojo.
Los sonidos ensordecen el oído.
Los sabores entumecen el gusto.
Los pensamientos debilitan la mente.
Los deseos desecan el corazón.

El maestro observa el mundo
pero se fía de su visión interna.
Él permite que las cosa vengan y se vayan.
Su corazón está tan abierto como el cielo.