LXI

Cuando un país obtiene gran poder,
se hace como el mar:
todo río desemboca en él.
Conforme se hace más poderoso,
más necesaria es la humildad.
Humildad significa fiarse del Tao,
y así, nunca tener que defenderse.

Una gran nación es como un gran hombre:
Cuando comete un error, se da cuenta de ello.
Habiéndose dado cuenta, lo admite.
Habiéndolo admitido, lo corrige.
Él considera a los que le demuestran sus faltas
como sus maestros más benevolentes.
Él piensa en su enemigo
como la sombra que él mismo proyecta.

Si una nación se centra en el Tao,
si alimenta a su propia gente,
y no se intromete en los asuntos de otros,
será como faro a todas las naciones del mundo.