XXXI
Las armas son la herramienta de la violencia;
todos los hombres decentes las detestan.
Las armas son la herramienta del miedo;
un hombre decente las evitará
excepto en las situaciones más necesitadas
y si se le compela, las usará,
pero sólo con la mayor restringencia.
La Paz es su valor más alto.
Si la Paz ha sido destrozada,
¿cómo puede él estar contento?
Sus enemigos no son demonios,
sino seres humanos como él.
Él no les desea ningún daño personal.
Ni tampoco se regozija en la victoria.
¿Cómo puede regocijarse en la victoria
y deleitarse en la matanza de los hombres?
Él entra gravemente a batalla,
con tristeza y gran compasión,
como si atendiera un funeral.
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